1.13.2011

La tauromaquia en Ecuador huele a formol

Por Roger Pacheco Eslava

¡Lloran, suplican y echan el resto ante una abolición que se ve venir!

2010 cerró con un balance más que satisfactorio para el movimiento antitaurino. El parlamento catalán votó a favor de la iniciativa de legislación popular para modificar la excepción en la ley de protección animal, prohibiendo que se realicen corridas a partir de 2012 y despertó el mismo interés en otras comunidades españolas como Baleares, Asturias, País Vasco y la mismísima Madrid; la corte constitucional colombiana si bien no prohibió las corridas de toros y otros eventos de maltrato animal, sentó las bases para que esa idea pronto se concrete; en México un puñado de diputados ya asomó la idea de promulgar leyes que defiendan a los animales del maltrato en espectáculos; Nicaragua se convierte en el primer país en prohibir circos con animales y corridas de toros en una misma ley; Perú hace fuerza para avanzar en el proyecto de ley de abolición de espectáculos taurinos; en Venezuela la participación popular consigue que se cancelen las corridas de toros en La Guaira y El Hatillo realzando así el descontento del colectivo por el “guabineo” de la Asamblea Nacional que desaprovechó su oportunidad histórica; Portugal consigue 3 municipios antitaurinos; y Francia empuja una campaña sin precedentes.

Pero el más representativo de los logros se dio finalizando el año con el anuncio del presidente ecuatoriano de llevar a referendo nacional la decisión de prohibir las corridas de toros en todo el país.

Atendiendo el llamado de los jóvenes, Rafael Correa coloca en manos del pueblo la demostración de repulsa general hacia unos eventos nefastos para las sociedades modernas, y además declararse abiertamente a favor de la abolición.

Las declaraciones del presidente de la plataforma taurina ecuatoriana denotan una verdad tan grande como la Gran Pirámide Egipcia, la mayoría de la población del mundo repudia las corridas de toros.

Recordemos que hace sólo 3 o cuanto mucho 4 años los defensores de la “fiesta brava” argumentaban que los espectáculos taurinos debían mantenerse porque a la “gran mayoría de los ciudadanos les gusta”, pero nunca han querido contarse en consultas populares. Hoy el discurso cambia y ruegan por el “respeto a las minorías”, como si fuera excusable que para “divertir” a unos pocos se justifique torturar animales en el ruedo. Pues ni muchos ni pocos, no hay argumento válido para torturar.

Como un convicto desesperado que dice “¿por qué me condenan por robar si hay tantos asesinos?” los aficionados taurinos siempre dicen que la industria de la carne y el cuero son más crueles que las corridas y ahora hablan de caza, pesca, zoológicos y circos.

A este último párrafo respondo; ¡Qué bueno que hacen referencia a estos tipos de maltrato animal porque hacia allá vamos! Ellos saben bien cuál es nuestra postura y nuestra causa, y sus acusaciones de hipocresía antitaurina no les servirá de nada porque esto no es una campaña de unos pocos que damos la cara a diario, sino de una inmensa mayoría que NO SE LA CALA MÁS y clama por una humanidad que sea justa con todas las formas de vida.

“QUÉ VIVAN LOS TOROS! ¡PERO VIVOS!

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