La aprobación en primera discusión de la Ley para la Protección de los Animales Domésticos, Dominados, Silvestres y Exóticos Libres y en Cautiverio, es un hecho significativo que merece el reconocimiento de todo aquel que trabaja por la construcción de una sociedad más humana, gobernada por la razón y la justicia. La Asamblea Nacional ha dado un paso importante hacia el establecimiento de una legislación acorde con los compromisos adquiridos internacionalmente por la nación en materia de protección animal, y de esta manera cumple con su responsabilidad. Asimismo, esta ley significa un alto reconocimiento a todos los colectivos populares y las organizaciones ambientalistas y de protección animal; a todos los luchadores sociales cuya trayectoria es un testimonio de compromiso con la construcción de relaciones más dignas entre los seres humanos y los demás animales.
Ya casi un año cumplido de aquel día en que diputados expresaron por televisión que la revolución también piensa en los animales, que se daba un paso importantísimo para entrar en el siglo XXI y otras tantas declaraciones, sólo sabemos que en una gaveta de alguna oficina está lleno de polvo un documento que podría salvar de la muerte dolorosa, la humillación, el tráfico y la tortura de seres vivos, cuyo único delito fue nacer no humano en el país equivocado (porque ya muchas naciones cuentan con una ley similar).
El Informe de la Gestión de la Comisión de Ambiente 2007 en referencia a la Ley para la Protección de los Animales Domésticos, Dominados, Silvestres y Exóticos libres y en Cautiverio dice textualmente en la página 5: “Se estableció la agenda de trabajo a propósito de la apertura de la consulta a nivel nacional, para la sustentación de información, sugerencias y así proceder a elaborar el Proyecto para segunda discusión; a la fecha se encuentran diferidas las consultas”. 40 páginas del informe y sólo ese párrafo habla del proyecto de ley.
Continúa la mora legislativa en materia de protección animal. El proyecto de ley toma en consideración el marco establecido por instrumentos legales suscritos por Venezuela, como la Primera Declaración Universal de los Derechos de los Animales, aprobada por la UNESCO, y posteriormente por la ONU.
El amplio consenso internacional que existe sobre la necesidad de establecer una ley que dignifique el trato que la persona humana da al animal es un síntoma de la superación de aquella vieja matriz cultural que establece al ser humano como centro del universo. Este paradigma, con sus desastrosas consecuencias ambientales, da paso a concepciones más progresistas de la relación del ser humano con su entorno. Los movimientos sociales y políticos más avanzados han venido asumiendo la agenda ambiental como parte de sus programas de lucha. Venezuela no es la excepción.
Los enemigos más furibundos de esta Ley son aquellos agentes económicos que obtienen lucro de la violencia en contra de los animales. En Venezuela, actividades como el coleo y las corridas de toros están asociadas al consumo de alcohol, y encuentran en las compañías licoreras a sus principales patrocinantes. Estos poderosos representantes de la economía del vicio y la violencia ejercen toda clase de presiones en favor de mantener vivo el circo romano en el siglo XXI. No es sólo en defensa de los animales que se condenan estas actividades, sino también por la dimensión social de aquellos espectáculos de masas que se centran en la violencia y la muerte. El trato que una sociedad brinda a los animales refleja los valores que la sustentan. La aprobación definitiva de esta ley es un paso más en el tránsito hacia una sociedad justa y solidaria.
Es por ello que se convoca a todos aquellos que están de acuerdo con la promulgación de esta ley a ejercer presión a los legisladores, este y todos los jueves del mes de junio al medio día, frente al Capitolio. Para así despertar la conciencia de quienes rigen el orden constitucional de la república.
Acude, el llamado es este jueves a las 12 del mediodía frente a la Asamblea Nacional.
Gracias por tomarse la molestia de ver esto
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