Por Roger Pacheco
En el liceo del pueblo de mi tía Esperanza, ocurre este acontecimiento. Unas chicas de último año, encierran a una niña de primero en uno de los closet donde se guardan los libros, la dejan allí toda la noche y apenas le dejan agua para que no se muera.
A la mañana siguiente, todas las chicas se reúnen alrededor del closet y lo abren. La pobre niña desesperada y asustada sale corriendo buscando escapatoria pero cuatro acosadoras la persiguen y la lanzan al suelo, el resto de las chicas gritan de euforia y aúpan el acto.
La niña se levanta y corre, la persiguen y vuelve a caer, hasta que esta, cansada sólo le queda arrinconarse y esperar que las “grandes” se cansen de ella.
Esta escena tan poco educativa, ocurre con mucha frecuencia en Venezuela, pero en vez de ser chicas del último año son jinetes y en lugar de una niña de primer año es un becerro, y se hace en un evento institucionalizado como Toros Coleados.
El coleo, como también se le conoce es un deporte nacido de la faena ganadera, la cual utiliza el miedo como forma de control de las reses.
Además de ser una práctica abusiva, este deporte contrapone los valores educativos que deseamos inculcar a nuestros jóvenes, ya que crueldad y falta de sensibilidad frente al dolor de otros es una constante que se denota en cada manga.
Si nos colocásemos en el lugar del becerro, como fue mi intención en esta nota no nos cabría la menor duda que la abolición del coleo en Venezuela debió hacerse muchos años atrás.
Lo insólito es que en tres ocasiones se planteó la abolición y todas esas oportunidades la falta de voluntad legislativa y los intereses políticos y económicos pudieron más que el raciocinio y la ética.
En 1983, Víctor Mileo lo propuso con un proyecto de ley que lo único que consiguió fue la burla de los diputados y senadores de entonces. En 1996, Paciano Padrón consiguió que el senado lo aprobara, pero los diputados encabezados por Eduardo Manuit se encargaron de retardar el proyecto y dejarlo en el olvido. Y por último el proyecto presentado por Luís Tascón en 2007 y que fue cambiado en 2009 para seguir permitiéndolo.
La nueva Venezuela exige verdaderos cambios, radicales y progresistas. Está en tus manos la evolución de nuestra patria.
9.03.2010
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