8.20.2010

RESPUESTA A UN NUEVO ARTÍCULO SOBRE EL ESCASO SUFRIMIENTO DEL TORO EN LA LIDIA

Respuesta a la columna firmada en su página, "La Voz de Usía"

La Voz de Usía

http://www.notitarde.com/notitarde/plantillas/columnista.aspx?idart=1103519&idcat=9852&tipo=2

Como presidente de AVAT (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia), le ruego publique nuestra respuesta al artículo que recientemente se ha publicado en su página bajo el nombre de "La Voz de Usía".

El tálamo no es el centro regulador del dolor, y no tiene ninguna capacidad de respuesta ante ésta, o cualquier otra sensación. El tálamo es simplemente el centro que filtra las sensaciones, y las manda a la corteza cerebral que será en dónde recibirán la respuesta adecuada. Se ha dicho que el tálamo del toro de lidia es un 20% más grande que el del resto de los bóvidos, y se ha sacado la conclusión de que transmite con mayor velocidad las sensaciones. Esto no tiene ninguna utilidad, ya que se sabe que el dolor llega en MILISEGUNDOS al centro de respuesta del sistema nervioso, la corteza cerebral, sea el tálamo más grande o más pequeño, en cualquier mamífero superior. ¡MILISEGUNDOS!

¿Cómo se puede hablar de que el toro de lidia neutraliza el dolor en un 90%? El dolor es una sensación subjetiva, y su umbral y la resistencia al mismo es muy variable entre individuos de la misma especie, e incluso entre individuos de la misma raza. Es imposible cuantificar lo que pretende el autor del artículo, que lo único que hace es repetir la mil veces rebatida hipótesis del profesor Illera. Como clínico de pequeños animales, le puedo decir que la respuesta ante una simple inyección entre perros o entre gatos es totalmente diferente: unos lo toleran sin problemas, otros gritan, otros huyen, otros se defienden y atacan...

Los receptores del "dolor", están repartidos por numerosos lugares entre el sistema nervioso central y algunas gládulas, y no son receptores del dolor propiamente dichos, sino, receptores de opiáceos endógenos, que no son unicamente las betaendorfinas. Además, este tipo de receptores no son específicos para este tipo de sensación, sino para este tipo de sustancias, es decir, las endorfinas.

Supongo que sabrán ustedes que la morfina, cuya estructura química es muy similar a las de las betaendorfinas, no sólo ha sido utilizada para tratar el dolor, sino como droga para otras muchas cosas, del mismo modo que el opio. ¿El drogadicto que consume derivados del opio lo hace porque padece dolores de tipo agudo o crónico?

Los mecanismos de respuesta al dolor no se pueden limitar al bloqueo de sus receptores: no es lo mismo un receptor de opiáceos endógenos situado a nivel de médula espinal (por poner un ejemplo) que un receptor del dolor situado a nivel de músculo o de piel. ¡No tienen nada que ver!

Habla usted de la glándula que segrega estas hormonas, cuando son numerosos los lugares en las que se producen. En lo único que dice la verdad en su artículo, es que, su precursor, el de las betaendorfinas, se produce en la hipófisis, y curiosamente es el mismo precursor de la ACTH, hormona que estimula la descarga de cortisol por la glándula adrenal, y que es la sustancia que sirve de forma clásica para medir el estrés, siempre y cuando haya integridad del sistema nervioso central (SNC)

Las betaendorfinas, opiáceos endógenos, se descargan en el organismo ante situaciones de estrés, de hambre, de sed, de ejercicio físico intenso, de hemorragias, de insuficiencia cardiorrespiratoria, de alteraciones metabólicas, de miedo, de ansiedad... ¿Cuáles de estas situaciones no se presentan en un toro durante la lidia? ¿Qué cantidad de betaendorfinas son producidas por unas u otras causas? ¿Sería el autor del artículo capaz de discenir al respecto? Y lo digo por lo comentando anteriormente: los receptores de opiáceos endógenos no son específicos de las betanedorfinas que se descargan por estrés, por dolor o por cualquiera de las circunstancias anteriormente citadas. No hay discriminación en estos receptores.

Hoy se sabe que estas sustancias son importantes marcadores y medidores del estrés y del dolor, e incluso este año se ha publicado un estudio científico que deja claro que las betaendorfinas descargadas en situaciones de estrés no tienen poder analgésico.

Desconozco si el autor del artículo sabe que, en el parto de la mujer en el momento de máximo dolor es cuando más betaendorfinas se descargan. Desconozco si el autor del artículo sabe que, las mujeres que habían recibido preparación para el parto, es decir, las que menos estrés tenían ante el acontecimiento, eran las que menos betaendorfinas descargaban.

Desconozco si el autor del artículo sabe que, las mujeres que catalogaron su parto como soportable eran las que menos betaendorfinas produjeron.

Desconozco si el autor del artículo sabe que, si se hace una transfusión de sangre a un feto de 16 semanas por vía intrahepática, la descarga de betaendorfinas será altísima. Lo mismo sucederá si la misma manipulación, la transfusión, se hace en un feto en un 26 semanas. Lo curioso es que el feto de 16 semanas no puede tener sensación de dolor, porque todavía no se han desarrollado las vías de transmisión del dolor, y sin embargo descarga betaendorfinas en más de un 500%. Curiosamente el feto de 26 semanas, que si puede sentir dolor, porque las vías de transmisión del mismo ya están desarrolladas, hace lo mismo con respecto a descarga de betaendorfinas que el de 16 semanas. La razón es sencilla: las betaendorfinas se descargaron como respuesta al estrés (que si es posible de ver en un feto de 16 semanas), y no como respuesta al dolor que les provoca la transfusión. Y esto es así porque en el feto de 16 semanas, sí está perfectamente desarrollada la hipófisis.

Y por último, desconozco si el autor del artículo sabe que si a un animal humano, y no humano, se le administra analgesia antes y después de una operación quirúrgica, sus niveles de betaendorfinas, y por tanto de dolor y estrés, serán menores que los de aquellos sujetos de su misma especie que no la recibieron.

En resumen, que el organismo del toro de lidia no hace nada especial, sino intentar defenderse de las agresiones a las que es sometido desde que sale de su explotación, mediante los mecanismos de los que la naturaleza ha dotado a los mamíferos con un sistema nervioso central perfectamente desarrollado, hasta que recibe muerte en el ruedo.

Se puede consultar una amplia revisión bibliográfica sobre el tema que se debate en la página web de nuestra asociación.

Atentamente.

José Enrique Zaldívar Laguía.Veterinario.Presidente de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia.

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