Por Ruth Toledano.
Lo dice ella, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid: "Pasé de ser la tonta del PP a la mala malísima que mueve la silla a Rajoy". Después dice también que la única persona que le impresiona es Aznar: "En el mundo, no me ha impresionado nadie, el Papa, Isabel II, el Dalai Lama... Lo siento, sólo me impresiona Aznar". De este interesante y variopinto casting, nos sorprende que no haya impresionado el Papa a una católica, apostólica y romana, y no alcanzamos a distinguir qué pudiera resultar tan impresionante de la reina de Inglaterra (más allá de una ambición que superase la de la propia Aguirre, quien hace estas declaraciones en el libro El club de las mujeres ambiciosas, en el que se retrata a mujeres como ella misma, Letizia Ortiz o Carla Bruni: no sé cuál me impresiona más). Sin embargo, no me sorprende lo más mínimo que el Dalai Lama no haya impresionado a la ambiciosa, dado que se trata de un líder espiritual a quien, por ejemplo, le repugnaría sobremanera la defensa de la tortura que lleva a cabo esta mujer: en los Presupuestos para 2010 que ha elaborado el Gobierno regional, casi tres millones de euros van destinados a asuntos taurinos.
¿Asuntos taurinos? ¿Qué asuntos son esos? Pues según informa S. Gozalo en el diario 20 minutos (el primero que incluyó una sección de maltrato a los animales; después le siguió el diario Público: moral y periodismo modernos y decentes): la promoción económica, cultural y educativa de la tauromaquia, a la que irán destinados 450.000 euros, un 22,3% más de lo invertido en el mismo apartado en el año 2009. Es decir, que la presidenta de la Comunidad, que ha rebajado en un 9,23% el presupuesto para áreas de Cultura, Deportes y Juventud, considera que debe reforzarse y promoverse el martirio y asesinato público de los animales; que el acoso a toros y vaquillas secuestrados, arrastrados, apaleados, cegados, abrasados, apuñalados, purgados, burlados, acribillados, debe representar a la cultura madrileña; y que debe inculcarse esa violencia, ese sadismo, a los más jóvenes. Como para que le impresione el Dalai Lama (ese tío blando que debiera haber tenido entrada en el diccionario progresí del bloguero Güemes).
Más asuntos taurinos: otros 436.000 euros serán destinados a la rehabilitación de bienes del patrimonio artístico, entre los que se encuentran varias plazas de toros, incluida la de Las Ventas. Curioso que interese tanto la conservación de esta clase de patrimonio, si nos atenemos a la nula actitud proteccionista y conservacionista que caracteriza a la enladrillada y encementada región. Y curioso que haya que rehabilitar tan vergonzosos espacios cuando el presupuesto para Vivienda desciende un 14,25%. Quizá, cuando hayamos logrado la abolición de la tauromaquia, esas plazas, entonces rehabilitadas de verdad, sean digno escenario en el que el Dalai Lama comparta su mensaje de paz universal: muy poco impresionante, la verdad, si lo comparamos con un toro babeando sangre o con un caballo con las tripas colgando.
Más asuntos taurinos: los municipios madrileños recibirán 300.000 euros para festejos de esa índole, es decir, para perseguir, aterrorizar, agredir y asesinar a cientos de toros y vaquillas. Pero baja un 3,10% el presupuesto para Inmigración y un 2,27% el de Empleo y Mujer. Claro que sí, irás a comparar a un inmigrante o a una mujer parada y poco ambiciosa con esos paletos borrachos o con los individuos que degustan puro y rabo en las peñas, a las que la generosa Esperanza regala también 75.000 euros. De nuestro dinero. Más otros 75.000 para la Escuela de Tauromaquia, donde niños, adolescentes y jóvenes aprenden el vil oficio de la tortura ejercitándose en niños, adolescentes y jóvenes de otra especie: pone los pelos de punta pensar en esas pobres vaquillas, esos desesperados novillos, esos espantados becerros sobre los que, una y otra vez, una y otra vez, practican los de nuestra especie para adiestrarse en la maldad. Irás a comparar con los jóvenes monjes budistas del Dalai Lama.
Total, que entre estas partidas y otras semejantes, asuntos taurinos se lleva tres millones de nuestros euros. En una Comunidad donde la tendencia es privatizar los hospitales, los colegios, los centros de mayores y las guarderías. ¿Por qué? Muy sencillo: porque si no se subvenciona la tauromaquia desaparece; porque alrededor de un 80% de la población está en contra de las corridas de toros y de los festejos taurinos y un 97% de los españoles no ha asistido jamás a una corrida, pero no ha habido un Gobierno, ni siquiera el de Zapatero (del impresionante Aznar ni hablamos), que se haya atrevido a plantar cara al Rey, su máximo defensor, para acabar con esta ignominia; porque el Ministerio de Cultura premia la violencia contra los inocentes y concede medallas de las Bellas Artes a esos maltratadores cuyo nombre no engaña: matador.
Y todo esto con nuestro dinero. Impresionante. Hay que ser muy tonto para consentirlo y muy malo para apoyarlo, pero ésa es la política que sale de nuestras urnas: la tonta y la mala.
© EDICIONES EL PAÍS, S.L.
11.16.2009
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