20MINUTOS.ES
A. MARTÍN LARIOS. 31.08.2009
Ha sido increpado, insultado, instado a abandonar su pueblo y amenazado. A Juanjo D. B., vecino de la localidad de Galápagos, le está costando caro el hecho de pensar de forma distinta a sus paisanos. Y es que este agricultor ecológico se ha convertido, muy a su pesar, en protagonista de una de las últimas polémicas entre colectivos antitaurinos y defensores del espectáculo festivo.
Se puede estar a favor o en contra de los encierros, pero atentar contra un vecino sólo por su ideología, eso es intolerable El municipio celebraba recientemente sus fiestas patronales, un acontecimiento en que son tradicionales los encierros por el campo, en los que un toro es perseguido por el campo por vehículos todoterreno y finalmente es sacrificado. Una cadena de televisión envió a un equipo de cámaras para cubrir los festejos, al igual que el Partido Antitaurino y Contra el Maltrato Animal (Pacma), que con sus grabaciones pretendía denunciar públicamente los hechos.
Pero la presencia de las cámaras no fue bien acogida por los vecinos del pueblo, que llegaron incluso a agredir físicamente a reporteros y antitaurinos. Asimismo, estos sectores responsabilizaron a Juanjo, conocido en la localidad por su ecologismo, de haber contactado con activistas y medios de comunicación para acabar con el espectáculo taurino. Una acusación que, según subraya el afectado, es absolutamente falsa.
Desde entonces este vecino y su familia se encuentran acosados por aquéllos que dicen defender la fiesta nacional y que los increpan al grito de “antitaurinos, fuera de este pueblo”. No contentos con ello, han decidido dar un paso más y tras las fiestas, y en su ausencia, le han quemado un vehículo propiedad de su familia, que después han hecho desaparecer.
"Pasividad de la mayoría"
“Se puede estar a favor o en contra de los encierros, pero atentar contra un vecino sólo por su ideología, eso es intolerable”, afirma Juanjo, que ya ha denunciado los hechos ante la Guardia Civil, de la que tampoco ha obtenido apoyo. “El grupo de violentos son perfectamente conocidos en la localidad, pero actúan impunemente amparados en la pasividad de la mayoría que nada hace por evitar que se agreda a un vecino por su forma de pensar”, concluye la víctima del acoso.
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