3.12.2010

Comparecencia de Jordi Casamitjana en el Parlament de Catalunya

El comportamiento de los toros en las corridas de toros

(comparecencia en el Parlamento de Cataluña el 3 de Marzo de 2010)

Gracias Sra. Presidenta, señoras y señores diputados, organizaciones y público asistente.

Mi participación en estas sesiones está encaminada a ayudar a dar un contexto científico a la propuesta de ley de prohibir las corridas de toros. Concretamente, mi contribución será desde el campo de la Etología, que es la ciencia que estudia el comportamiento animal de forma comparada.

Cuando cualquier gobierno se plantea la posibilidad de prohibir una actividad debido a una posible existencia de problemas graves de bienestar animal, la opinión de etólogos es muy relevante.

En estos casos, la pregunta que los políticos tendrían que hacer los etólogos es: ¿observando el comportamiento de los animales en cuestión y comparándolo con el comportamiento de otros, se puede llegar a la conclusión de que tales animales sufren desde un punto de vista individual y / o desde un punto de vista colectivo? Yo responderé a esta pregunta con mi intervención.

Hoy en día ya sabemos que existen tres tipos de sufrimiento animal: fisiológico, neurológico y psicológico. El primero se crea cuando hay una enfermedad física, el segundo cuando hay dolor, y el tercero cuando hay un estado mental de estrés, depresión, o psicopatía. Los etólogos podemos detectar este tipo de sufrimiento gracias a cuatro herramientas a nuestra disposición: las expresiones faciales, las vocalizaciones, el lenguaje corporal, y el comportamiento en relación al entorno. Yo he usado estas cuatro herramientas cuando he observado los toros.

Las expresiones faciales son mucho más útiles para especies sociales en las que la visión es el sentido más desarrollado, como el caso de los primates. Los toros, por ser de una especie del orden de los artiodáctilos, aunque sí son sociales el sentido de la visión no es el más desarrollado, y por tanto tienen menos expresiones faciales. Sin embargo, cuando he observado en detalle las grabaciones de las corridas de toros que he presenciado, he encontrado expresiones faciales de dolor (boca abierta, ojos cerrados, etc.), especialmente en los momentos cuando las armas (puya, banderillas, estoque o puntilla) son clavadas.

Pero hay una expresión facial que se puede observar en todos los toros en corridas de toros, y que indica un sufrimiento fisiológico. Hacia el final de la 'corrida', en el tercer tercio, se puede ver que el toro tiene la boca abierta y la lengua fuera. Esta es una expresión de agotamiento, indicando que la fisiología del animal tiene dificultades para mantener la temperatura de su cuerpo suficientemente baja para evitar un colapso. La familia de los bóvidos, en la que los toros pertenecen, tienen, relativamente hablando, un mecanismo no muy eficiente para rebajar la temperatura del cuerpo cuando se llega a una situación de hipertermia, ya que no sudan mucho como los caballos y no tienen una lengua muy larga para eliminar calor como los cánidos (perros o lobos). En otras palabras, los bóvidos, dada su masa y sus mecanismos para controlar la temperatura, se agotan muy rápidamente. Este 'defecto' es el que aprovechan depredadores naturales como son los lobos, que tienen una resistencia física mucho más duradera, y en nuestro caso los toreros, que utilizan los dos primeros 'tercios' de la corrida por agotar al toro.

Como el sentido del oído sí está bastante desarrollado en artiodáctilos (ya que a menudo son presas de depredadores, y por tanto es un sentido útil para defensa), en aquellos que son sociales, como es el caso de los toros, se esperaría que debería haber vocalizaciones que expresen sufrimiento. Esto es precisamente lo que he encontrado. Los bramidos que se escuchan durante las corridas de toros son una clara expresión de que el toro está pasando por una situación adversa que intenta evitar, que es precisamente el significado biológico y evolutivo del sufrimiento. Claramente los bramidos aparecen sólo cuando el toro se ha separado de sus compañeros de rebaño, y se enfrenta a una situación adversa que puede ser un entorno hostil o desconocido, o la provocación de los hombres o los caballos. Como el toro es un animal social, el mensaje del bramidos está destinado a sus compañeros de rebaño (los otros toros que viajaron con él en la plaza desde la dehesa, y que el toro puede todavía oler porque están próximos) y puede significar tanto un mensaje de alerta (por ejemplo "no vengáis aquí porque hay peligro"), o, más probable, una llamada de ayuda (por ejemplo "venid a ayudarme, me están atacando").

Sea cual sea el significado preciso, los bramidos informan de una situación adversa que el toro intenta evitar, y como el resultado de estas vocalizaciones es un fracaso (ni otros toros vienen a ayudarle ni la situación mejora), la frustración, añadida a la situación adversa de por sí, nos permite concluir que estas vocalizaciones, cuando realizadas en la arena de la plaza, son una expresión de sufrimiento.

La tercera herramienta etológica, el lenguaje corporal, también nos hace concluir que el toro sufre. Esta herramienta analiza la posición relativa de diferentes extremidades y partes del cuerpo unas respecto a otras. En otras palabras, las posturas de los animales. Hay una postura en la que el toro gira su cabeza hacia su espalda. Esto pasa cuando le acaban de clavar las banderillas o el estoque. La función de esta postura es claramente intentar sacar con sus cuernos lo que le está produciendo dolor. Esta interpretación se refuerza con el comportamiento asociado de saltar y moverse bruscamente de un lado a otro, y debido a que sabemos que el toro tiene muchos nervios del dolor en la zona donde estas armas están clavadas.

La cuarta y última herramienta etológica es el comportamiento del toro en relación a su entorno. Si un animal se encuentra en un entorno que le genera sufrimiento, su respuesta comportamental será o bien intentar cambiar de entorno, huyendo; o bien modificarlo eliminando aquellos aspectos de éste que son la causa del sufrimiento. Esto es precisamente lo que hace el toro de lidia. Hay varios casos documentados, los cuales yo también he sido testigo directo, que muestran que si se le da al toro la posibilidad de huir de la plaza, él elige huir. La plaza está diseñada precisamente para no darle al toro esta posibilidad. Por eso la puerta del 'toril', por donde el toro ha salido a la arena, se camufla con el resto de la plaza y el toro no la ve una vez ya se ha cerrado. Por eso la plaza es circular, para que el toro pierda su orientación y no se refugie en ninguna esquina (como solía pasar cuando las plazas eran cuadradas). Por eso la valla de madera ( "las tablas") es muy alta. Aún así, la motivación de escapar es tan grande que algunos toros saltan la valla, y sólo vuelven a la arena cuando son forzados con más dolor del que sufrían cuando estaban en ella.

Como al toro no se le da normalmente la posibilidad de huir, sólo le queda la opción de modificar el entorno eliminando aquellos aspectos de éste que son la causa de su sufrimiento. En este caso los toreros y los caballos. La embestida de los toros, a menudo erróneamente interpretada como un ataque, es en realidad un comportamiento defensivo encaminado a apartar al agresor del entorno donde el toro se encuentra.

A veces, el toro 'avisa' de forma instintiva con una embestida ritualizada que coincide con lo que los etólogos describimos como 'comportamiento ambivalente'. El toro, sin cambiar de lugar, y respirando profundamente, rasca el suelo con las patas delanteras, con la cabeza baja, en la dirección del elemento del entorno que intenta modificar (el torero o el caballo). Es lo que los taurófilos llaman 'escarbar'. Se trata de una amenaza ritualizado realizada esperando que no hará falta un enfrentamiento físico. Como los caballos o humanos no desaparecen con este comportamiento, el toro no le queda más remedio que embestir, intentando apartar el peligro directamente con sus cuernos. Este comportamiento es el que el torero quiere crear, y no dejará de provocar al toro hasta que tenga lugar (y cuando pasa, 'engaña' al toro haciéndole pensar que es el 'capote' o la 'muleta' lo que le está amenazante). Así pues, la embestida de los toros en la arena es un comportamiento de defensa que indica que el toro está sufriendo tanto psicológicamente como físicamente. Psicológicamente ya desde el principio de la carrera, ya que encima del miedo por encontrarse con un lugar lleno de gente gritando donde no puede huir o esconderse (lo que es especialmente negativo en el caso de los toros de lidia que se han criado en una situación de poco contacto humano y poca restricción física), debemos añadir el estrés causado por el transporte, la separación del resto del rebaño, y la situación de confinamiento extrema en los espacios donde se pone al toro inmediatamente antes de dejarlo salir a la arena.

La confirmación de que la embestida del toro es un mecanismo de defensa se encuentra cuando comparamos el comportamiento del toro de lidia con el comportamiento de otros animales en situaciones similares. Por ejemplo, tenemos el caso de los ciervos, que también pertenecen al orden Artiodáctilos y que, aunque pertenezcan a otra familia (los Cérvidos) también tienen el problema de agotarse rápidamente debido a hipertermia. Cuando ciervos son cazados por lobos, o también cuando son cazados por humanos, como el caso de la caza del ciervo a caballo y con perros - que era muy tradicional en Inglaterra pero que se prohibió en el 2004 junto con la caza del zorro o la liebre - su comportamiento de defensa se divide en dos partes. Primero, corriendo intentando escapar del depredador. Después, cuando ya se están agotando y no pueden correr más, volviéndose para intentar embestir a los perros o lobos con sus astas, a veces con bastante éxito hiriéndolos y acabando con la caza. Los cazadores ingleses llaman a esta segunda fase 'stag at bay', que se puede traducir como 'ciervo al acecho "o" ciervo mantenido a raya', y es cuando el cazador se acerca con una escopeta y dispara al ciervo. Por lo tanto, lo que vemos en las corridas de toros es el equivalente al 'toro at bay', la última fase de defensa que se manifiesta como último recurso cuando el toro no tiene más opción.

De hecho, en el pasado podíamos ver todo el proceso defensivo completo, ya que anteriormente no se transportaban los toros a la plaza con vehículos, pero se les hacía 'huir' hacia la plaza con los encierros (la primera fase de defensa), y entonces se les separaba y se les mataba en la corrida donde el toro embestía a los atacantes (la segunda fase de defensa). Precisamente como hoy aun se ve en San Fermín.

Así pues, desde de un punto de vista etológico yo no tengo ninguna duda de que todos los toros sufren como individuos en las corridas de toros, y que no hay ninguna modificación de las prácticas actuales en la arena que puede eliminar totalmente este sufrimiento.

Esto nos deja con la segunda parte de la pregunta inicial: ¿los toros sufren desde un punto de vista colectivo? Para responder a esta pregunta debemos averiguar que significa un colectivo de 'toros'. En este caso tenemos que ver cuál es la categoría taxonómica del toro de lidia. Este es un tema aun debatido en la comunidad científica que no parece ponerse de acuerdo con la clasificación precisa de estos animales, pero sí hay consenso en que pertenecen a la Orden Artiodáctilos, Familia Bóvidos, Sub-Familia Bovinos, y género Bos. Las discrepancias empiezan a nivel de especie, subespecie, raza, variedad, casta, etc. Hoy en día la mayoría de científicos aceptan que el toro de lidia pertenece o a al especie Bos taurus o Bos primigenius, y la subespecie Bos taurus taurus o Bos primigenius taurus, dependiendo de la especie que se acepte. Pero es importante destacar que todos los toros domésticos occidentales, tanto los de lidia como de carne, pertenecemos a estas subespecies, así que debemos ir aún más abajo en la clasificación para encontrar los toros de lidia. Es en este nivel donde no ni hay acuerdo sobre qué raza o variedad ellos pertenecen. Incluso no hay acuerdo si todos los toros de lidia son una raza. Por lo tanto, lo único que podemos decir con seguridad del 'colectivo' de toros de lidia es que son un grupo de bovinos domésticos creados por el hombre a través de selección artificial (como todos los toros que existen en el mundo hoy) , que se utiliza en la tauromaquia.

Por lo tanto no hay duda de que los toros de lidia no son ni una especie, ni una subespecie, y que son un producto de la actividad humana, no de la Naturaleza. Esto es importante porque uno de los sufrimientos posibles de un 'colectivo' de animales es el peligro de extinción, pero éste no se puede aplicar a los toros de lidia ya que este es un concepto que sólo puede aplicarse a subespecies, especies, y otros taxones superiores. Teniendo esto en consideración, dado que la especie a la que el toro de lidia pertenece tiene actualmente más de 1300 millones de individuos en el mundo, la minoría de los cuales utilizados en actividades taurinas, el peligro de extinción, con o sin tauromaquia, no es uno de los sufrimientos del toro de lidia.

Otro sufrimiento colectivo posible es la longevidad. Si una población de animales tiene su longevidad media reducida considerablemente por cualquier motivo, esto afecta su capacidad de reproducirse, y se podría hablar de que la población “sufre”un problema demográfico. Este sí es un tema aplicable al toro de lidia, ya que la longevidad de los individuos seleccionados para las corridas queda drásticamente reducida al menos una tercera parte de la longevidad a la que ellos podrían llegar. Los toros de lidia se matan cuando tienen tres, cuatro, cinco o como mucho seis años de edad, pero si la tauromaquia no existiera estos individuos podrían vivir 20 años o más. De hecho, la longevidad media de machos de la especie a la que los toros pertenecen es de 20 años en cautiverio.

Esta reducción artificial de longevidad tiene otra consecuencia para el colectivo de toros de lidia. Tiene un efecto negativo a la estructura social de los grupos. Cualquier especie social asume su equilibrio social con una combinación específica de miembros de diferentes edades y géneros. Si se elimina sistemáticamente un grupo demográfico específico, como es el caso de los machos de más de seis años, el grupo no puede conseguir la estabilidad social ideal y está siempre en una situación constante de reajuste, que explica cómo a veces hay muchas peleas entre machos en la dehesa. Estas peleas hacen que los ganaderos separen los machos del grupo, que no siempre ayuda a generar estabilidad. Añadido a esto, como después de generaciones de selección artificial los ganaderos de toros de lidia han estado intentando crear individuos que tienen más tendencia a defenderse embistiendo que corriendo, esto ha generado una respuesta inadecuada y no natural a las confrontaciones entre machos por hembras o por dominancia, que o bien crea más peleas y heridas entre individuos (sufrimiento físico), u obliga a los ganaderos a separar más los grupos (sufrimiento social).

En conclusión, desde un punto de vista etológico y zoológico yo no tengo ningún duda de que los toros de lidia sufren individualmente y colectivamente por causa de las corridas de toros, y por tanto la prohibición de estas actividades es la acción más coherente que una sociedad que le importa el bienestar animal y valora el patrimonio natural puede hacer.

Muchas gracias Sra. Presidenta, y señoras y señores diputados.


Jordi Casamitjana

Etólogo

Animal Protection Consultancy

London, UK










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