8.23.2009

En Memoria de Islero

El restaurante madrileño Casa Parrondo no es un ambiente donde un antitaurino prefiera ir a compartir un momento ameno con familiares y amigos, pero sí ha sido visitado por una gran cantidad de ellos para ver cráneo exhibido en una de sus paredes. Se trata del resto óseo del animal que durante mucho tiempo dio su nombre al movimiento antitaurino, el del toro miura Islero.

Islero fue el toro que corneó mortalmente al famoso torero Manolete la tarde del 28 de agosto de 1947, en la plaza de toros de Santa Margarita, en Andalucía.

El “atrevimiento” de este toro se produjo precisamente cuando le iban a dar la “estocada final”. Ya moribundo, escupiendo sangre, mareado dio unas vueltas y cayó esperando que otro torero le matase para detener su sufrimiento.

El bóvido era el quinto en la lista de sacrificados de la corrida y el segundo destinado para el matador.

La ganadería de Eduardo Miura (casta de Islero) fue durante mucho tiempo marca referencial de animales de suministro para las corridas. Islero, al igual que sus familiares tenían características muy peculiares para la faena; barriga corta y cuello largo, y se decía que gracias a ello eran más difíciles de torear. También se decía que se hacían complicados gracias a su temperamento, que disponían de una gran capacidad de hacerse dueño de la situación, aunque estuviese debilitado con picas y banderillas. Hoy día son muy pocos los toros de este linaje que se dan para corridas.

En 1966 la fábrica italiana de autos Lamborghini diseña su modelo deportivo “MIURA” en homenaje al animal y un año después (cuando se cumplieron 20 desde su muerte) presenta el modelo “ISLERO”. Como nota adicional, Lamborghini lanza al mercado en 2007 el modelo “REVENTÓN”, como homenaje al toro que mató al toreador Félix Guzmán en 1943.

Islero es hoy en día más que un recuerdo, es un símbolo del sufrimiento, agonía y muerte a la que están expuestos 250 mil toros al año en las arenas taurinas, y que son criados con la única motivación de entretener a espectadores etílicamente felices y enardecidos en un espectáculo absurdo.

Los antitaurinos no nos alegramos de la suerte que tuvieron Manolete y Guzmán, pero los Isleros y Reventones siguen allí en los carteles, y las estadísticas están totalmente en su contra, un torero herido por cada mil toros.

Seamos sinceros, si la relación matemática fuera al revés, o por lo menos más pareja, hace un siglo que la tauromaquia estuviera abolida en el mundo.

¿Cuántas paredes más hay como las de Casa Parrondo, mostrando víctimas de la tauromaquia como trofeos? ¿Es realmente justo esto?

62 años después seguimos gritando “Que viva los toros, pero VIVOS”.

Gracias por tomarse la molestia de ver esto

Por Roger Pacheco Eslava

2 comentarios:

Mariela Andrea Quiñones dijo...

Ojalá se termine este "espectáculo" de barbarie y digno de la Edad de Piedra.Hay que estar muy enfermo mentalmente para disfrutar del sufrimiento y agonía de otro ser vivo, ¿no? Lo peor de todo es que éstos enfermos todavía siguen siendo peligrosos.

Silvia Barquero dijo...

Hola Roger!

No sabía que el cadáver de Islero estaba en Casa Parrondo, y eso que soy madrileña de toda la vida...

No sé en Venezuela, pero aquí, sobre todo en el centro, es muy habitual y desagradable ir a un bar y encontrarte una cabeza disecada de un toro.

En fin, seguiremos trabajando por todos los Isleros. Ojalá acabemos pronto con esta barbarie.

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