se declare como la primera ciudad anti taurina de Venezuela
Por Verónica Díaz Hung
Los taurinos no aceptan que Caracas se declare como la primera ciudad anti taurina de Venezuela. Ellos sostienen que se trata de un “capricho” de las asociaciones protectoras de animales, que intentan arrebatarle al pueblo los “sueños e ilusiones” por esta “pasión nacional”. En respuesta están organizando, con sus más famosos “matadores”, una gran “fiesta taurina”. Porque en Venezuela los toreros se han declarado en campaña para impedir que Caracas de el ejemplo prohibiendo el sádico circo taurino.
Y realmente se mueven con gran astucia, hasta un extremo que asusta, porque en momentos uno pudiese creer que sus poderosos tentáculos podrían lograr echar para atrás la digna postura del Municipio Libertador, que intenta demostrar que la dolorosa muerte de un toro no puede ser confundida con una fiesta de “la identidad nacional”, como argumentan los toreros.
Pero los toreros saben mover inteligentemente el poder comunicacional, que en Venezuela está dividido entre oposición y gobierno con una definida línea, que ha desatado irreconciliables rivalidades. Extrañamente, los toreros lograron el apoyo incondicional de la mayoría de la “gran prensa venezolana” (y han conquistado medios de ambos bandos). Esta prensa minimiza las victorias de los grupos anti taurinos y exalta los argumentos de los defensores de esta macabra “fiesta”.
Por ejemplo, en un reportaje titulado “Toreros iniciaron campaña Taurinos por Caracas”, publicado por Meriadiano -el principal diario deportivo venezolano- agradece al “doctor Rafael Escalona, como presidente de la Plataforma Taurina de Venezuela, por tomar parte activa y beligerante en la defensa de la fiesta de toros en Caracas, al impedir que grupos anárquicos, sin identidad con lo venezolano y con supuesto apoyo político, pretendan erradicar la fiesta de los toros, decretando la ciudad de Caracas, nadie sabe con qué poder popular, como una ciudad anti taurina”.
Ese mismo diario, en cambio, no explica que la vanguardista declaración anti taurina, simplemente escucha un reclamo mundial ante el horrendo espectáculo, que intenta llamar “arte”, a la tortura sangrienta, cruel y prolongada, de un mamífero superior, que como nosotros siente dolor.
También en la antigua Roma, quizá llamaron “arte” al terrible circo que hacía que un pueblo se divirtiera con el sufrimiento de los esclavos. Quizá un orgulloso torero que lea este artículo, argumente que me equivoco al comparar a un esclavo (un ser humano) con un toro. Quizá considere que los seres humanos estamos en lo más alto de la cadena evolutiva, casi iguales a Dios, y que eso nos da el derecho de torturar a los otros habitantes del planeta, incluso extinguirlos y además envenenar y poner en peligro al mismo planeta. Bajo esa filosofía abundan relatos de ciencia ficción que especulan que cuando finalmente aniquilemos a la Tierra, habremos conquistado otro planeta, o en el peor de los casos habitaremos una majestuosa nave espacial. Yo, en lo personal, cada día creo más en la teoría de Darwin, que se echó al mundo encima cuando afirmó que somos un mamífero más, incluso primos del mono. A lo que yo agregaría que hemos logrado el triste éxito de convertirnos en la especie más depredadora del planeta. Y a mis hermanos toreros, les reitero que no creo que sea “fiesta” torturar a otro hermano mamífero.
Pero esta lucha sólo comienza, los taurinos están en guerra y su espectáculo es un jugoso negocio que es capaz de doblegar conciencias.
Sabemos que harán todo lo posible por impedir que la Ley de Protección Animal que se discute en la Asamblea Nacional, logre la erradicación de las corridas de toro en toda Venezuela. Ellos dicen que su causa es “justa”, y si uno es inocente podría creerles.
Lo más triste es que se han propuesto resucitar las corridas de toros en Caracas, que desde hace mucho han estado extintas ante un pueblo que ya no quiso pagar por este sangriento espectáculo. El Nuevo Circo de Caracas, que desde 1919 fue la gran sede de las corridas de toros, fue cerrado en 1997, por los bajos ingresos de taquilla y la reducción de subvención de la alcaldía de Caracas de aquel entonces. Y luego de algunos fallidos intentos por resucitar este espectáculo, ya no se volvieron a sacrificar toros en Caracas.
En el año 2005 el Cabildo Metropolitano inició un proceso de expropiación y pago de compensaciones para transformar a la edificación como patrimonio cultural, que finalmente se convertiría en el Núcleo Endógeno Cultural Nuevo Circo, con la promesa de no volver a masacrar toros en su interior, sustituyendo aquella terrible pesadilla, por edificantes espectáculos de danza, teatro, música, artes audiovisuales y artes circenses.
A lo que los taurinos han respondido que no se oponen a que el Nuevo Circo de Caracas se convierta en la sede de una gran actividad cultural, pero que incluya la muerte de toros.“...lo que si queremos los amantes de esta hermosa fiesta, es que nos respeten nuestro espacio y nos permitan disfrutar y ver en este coso taurino de Caracas las corridas de toros que tanto nos gustan”...(escribiría Rodolfo Grillet en su columna pro taurina que religiosamente publica en el diario Vea).
Luego de leer estas líneas, además de indignarme, sólo me queda invitarlo a él y a todos los taurinos de Venezuela a que se pongan la piel de toro y vivan en su carne la terrible muerte lenta que el toro no escogió.
Quizá entonces no consideren “injusto, inconstitucional y antihistórico”, declarar a Caracas como una ciudad anti taurina.
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